"Ruido.
Cuando lo ignoramos nos preocupa, cuando lo escuchamos nos fascina". John
Cage.
Varias
preguntas surgen a la hora de enfrentar la idea de música. ¿Es acaso la música
sólamente sonido?¿Todas las músicas son sonido o todo sonido podría ser
música?¿La música es inherente al ritmo?¿La melodía que papel viene a jugar?
Una mirada a las civilizaciones primigenias de Occidente puede ayudar a
enfrentar la problemática de este concepto.
La Historia señala que gran parte de las prácticas humanas en
el antiguo Egipto estaban teñidas por el rito, el mismo que les permitía
conseguir los frutos de la naturaleza y enfrentar el problema de la muerte. El
llamado al sol, fuente vital para el despliegue de la agricultura, y el mundo
de los muertos y los ritos fúnebres, son muestras de que lo místico ha sido
parte de la sociedad occidental a lo largo de su historia. En el rito se
encuentra entonces las primeras músicas.
En esta condición mística, se observa que gran parte de la
reconstrucción musical del antiguo Egipto se concentra en el rito funerario y
en las aclamaciones al dios Sol. Desde esta perspectiva analítica, se
advierte de manera reduccionista, que las músicas primigenias son músicas
religiosas. Pero no vale la pena quedarse exclusivamente en esta explicación,
sino más bien, ampliar el espectro al análisis sonoro, ya que las
particularidades de las músicas antiguas demuestran la cercanía con el
concretismo.
Uno de los aspectos más importantes para destacar de las
reconstrucciones sonoras de las músicas del antiguo Egipto y de las primeras
civilizaciones griegas, es que confluyen en esta particularidad. Algo
que sólo se viene a considerar nuevamente en las músicas contemporáneas,
especialmente con la obra de John Cage.
Rafael Pérez Arroyo, en su estudio La música en la Era de las
Pirámides (2006), logra reconstruir la música que podría interpretarse como los
sonidos que acompañaban el rito funerario y las adoraciones a los diferentes
dioses. Se destaca en esta obra la pregunta de cómo el sonido logra un papel
protagónico en estas propuestas estéticas primigenias y cómo el ritmo empieza a
perder la preponderancia por momentos, para darle paso exclusivamente al
misterio abstracto que trae consigo el instrumento.
Una nueva pregunta surge. ¿Es acaso el rezo música? Si se
asevera que las prácticas místicas configuran el rito y gracias al rito existe
la música, se podría deducir que es cierto. Aun así no se puede desconocer que para
el mundo árabe el rezo no es música, así como para el mundo Oriental, el
rezo de los monjes no se constituye como tal en una práctica musical. Esta
problemática conceptual de la música traslada entonces la reflexión del ámbito
descriptivo a lo simbólico. Bajo este problema relativista sigue entonces suelto el concepto a una definición clara.
Música y verdad.
La idea
filosófica de verdad que señala el mundo platónico puede ser una pista para
ubicar la música. Los diferentes niveles de verdad que se
manejaron desde la perspectiva platónica conllevan a observar que existió una
condena propiamente al arte, pues al realizar una representación propiamente de las
cosas, se alejaban de la verdad y del mundo de las ideas.(La silla pintada, no es una silla en sí, sino la representación de una silla. Una verdad cada vez más alejada del mundo de las ideas) Si se observa la
escala de elites, la poesía lograba una posición mas satisfactoria en la esfera
social del mundo griego, ya que su carácter no era representativo, sino más
cercano a lo simbólico. La poesía se
acercaban mas a las ideas y se alejaba de la representatividad, de ahí que la
música, como la poesía, estaban en una escala mejor posicionada que las
practicas pictóricas y escultóricas.
Esta idea de verdad, donde el mundo de las ideas se ubica en
una parte superior, predomina en gran medida en el pensamiento occidental. Si
bien se puede relacionar este pensamiento con el mundo místico-religioso donde
el cielo es la salvación y el inframundo (el infierno) la perdición, de manera
paralela se observa la reflexión entre verdad y mentira respectivamente. Es así
como se mantiene la música en este carácter abstracto, pues no es la
representación como tal de algo, sino que es una realidad en sí. Puede señalarse
entonces, que la música se constituye como una verdad móvil, en la medida que
no opera con la lógica de las definiciones y que no busca la representación
propiamente objetual.
El sonido que se entiende por música posee una lógica propia,
de ahí que enfrentarse a ser definida sería caer en el prejuicio moral que
implica determinar qué es y qué no lo es. La música es por ende un problema
propio de la hermenéutica y la filosofía, así como el Arte. Por eso, es inútil definir el concepto de música en una visión unívoca. El concepto permanece en
constante movilidad, sea para rescatar su carácter concreto de lo sonoro, como
lo demuestra John Cage o para reconocerse en su lógica académica tradicional, cercana a una poética
de la interpretación melódica. La definición es una discusión abierta.
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