martes, 10 de julio de 2012

LOS SONIDOS PRIMIGENIOS. El concepto de música y el concretismo sonoro


"Ruido. Cuando lo ignoramos nos preocupa, cuando lo escuchamos nos fascina". John Cage.

Varias preguntas surgen a la hora de enfrentar la idea de música. ¿Es acaso la música sólamente sonido?¿Todas las músicas son sonido o todo sonido podría ser música?¿La música es inherente al ritmo?¿La melodía que papel viene a jugar? Una mirada a las civilizaciones primigenias de Occidente puede ayudar a enfrentar la problemática de este concepto.

La Historia señala que gran parte de las prácticas humanas en el antiguo Egipto estaban teñidas por el rito, el mismo que les permitía conseguir los frutos de la naturaleza y enfrentar el problema de la muerte. El llamado al sol, fuente vital para el despliegue de la agricultura, y el mundo de los muertos y los ritos fúnebres, son muestras de que lo místico ha sido parte de la sociedad occidental a lo largo de su historia. En el rito se encuentra entonces las primeras músicas.

En esta condición mística, se observa que gran parte de la reconstrucción musical del antiguo Egipto se concentra en el rito funerario y en las aclamaciones al dios Sol. Desde esta perspectiva analítica, se advierte de manera reduccionista, que las músicas primigenias son músicas religiosas. Pero no vale la pena quedarse exclusivamente en esta explicación, sino más bien, ampliar el espectro al análisis sonoro, ya que las particularidades de las músicas antiguas demuestran la cercanía con el concretismo.

Uno de los aspectos más importantes para destacar de las reconstrucciones sonoras de las músicas del antiguo Egipto y de las primeras civilizaciones griegas, es que confluyen en esta particularidad. Algo que sólo se viene a considerar nuevamente en las músicas contemporáneas, especialmente con la obra de John Cage.

Rafael Pérez Arroyo, en su estudio La música en la Era de las Pirámides (2006), logra reconstruir la música que podría interpretarse como los sonidos que acompañaban el rito funerario y las adoraciones a los diferentes dioses. Se destaca en esta obra la pregunta de cómo el sonido logra un papel protagónico en estas propuestas estéticas primigenias y cómo el ritmo empieza a perder la preponderancia por momentos, para darle paso exclusivamente al misterio abstracto que trae consigo el instrumento.

Una nueva pregunta surge. ¿Es acaso el rezo música? Si se asevera que las prácticas místicas configuran el rito y gracias al rito existe la música, se podría deducir que es cierto. Aun así no se puede desconocer que para el mundo árabe el rezo no es música, así como para el mundo Oriental, el rezo de los monjes no se constituye como tal en una práctica musical. Esta problemática conceptual de la música traslada entonces la reflexión del ámbito descriptivo a lo simbólico. Bajo este problema relativista sigue entonces suelto el concepto a una definición clara.
  
Música y verdad.
La idea filosófica de verdad que señala el mundo platónico puede ser una pista para ubicar la música. Los diferentes niveles de verdad que se manejaron desde la perspectiva platónica conllevan a observar que existió una condena propiamente al arte, pues al realizar una representación propiamente de las cosas, se alejaban de la verdad y del mundo de las ideas.(La silla pintada, no es una silla en sí, sino la representación de una silla. Una verdad cada vez más alejada del mundo de las ideas) Si se observa la escala de elites, la poesía lograba una posición mas satisfactoria en la esfera social del mundo griego, ya que su carácter no era representativo, sino más cercano a lo simbólico. La poesía se acercaban mas a las ideas y se alejaba de la representatividad, de ahí que la música, como la poesía, estaban en una escala mejor posicionada que las practicas pictóricas y escultóricas. 

Esta idea de verdad, donde el mundo de las ideas se ubica en una parte superior, predomina en gran medida en el pensamiento occidental. Si bien se puede relacionar este pensamiento con el mundo místico-religioso donde el cielo es la salvación y el inframundo (el infierno) la perdición, de manera paralela se observa la reflexión entre verdad y mentira respectivamente. Es así como se mantiene la música en este carácter abstracto, pues no es la representación como tal de algo, sino que es una realidad en sí. Puede señalarse entonces, que la música se constituye como una verdad móvil, en la medida que no opera con la lógica de las definiciones y que no busca la representación propiamente objetual. 

El sonido que se entiende por música posee una lógica propia, de ahí que enfrentarse a ser definida sería caer en el prejuicio moral que implica determinar qué es y qué no lo es. La música es por ende un problema propio de la hermenéutica y la filosofía, así como el Arte. Por eso, es inútil definir el concepto de música en una visión unívoca. El concepto permanece en constante movilidad, sea para rescatar su carácter concreto de lo sonoro, como lo demuestra John Cage o para reconocerse en su lógica académica tradicional, cercana a una poética de la interpretación melódica. La definición es una discusión abierta. 

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